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La CTA que necesitamos

Estamos frente a uno de los hechos políticos más importantes del año que es la elección de la Central. Hecho político que además contacta con la crisis que sigue abierta en Argentina que es la crisis de delegación. Y aunque algunos quisieran que en esta Central también se delegue, nosotros creemos que necesariamente en el andar y en la construcción de las prácticas cotidianas en la Central van apareciendo elementos de contracultura y de aporte a la democratización de toda la sociedad.



Algunos compañeros pueden pensar que el tema de la democracia en un chamuyo, un discurso demagógico; que esta Central tiene afiliación y elección directas con urnas, pero que es mentira, un montaje, una escenografía para hacerle creer a los compañeros que en la CTA hay democracia y que se de la posibilidad de que haya 1, 2, 3 ó 4 listas. Pero, si hay 2 listas ya nos asustamos, porque “está en peligro la unidad de los trabajadores.”

Y la verdad no es así. La verdad es que los trabajadores, como lo hace nuestro pueblo, debemos definir esto a partir de ver cuál es la voluntad de los compañeros.

En torno a esto venimos transitando hace muchos meses un largo debate, que tiene que ver con el modelo de Central. Hay quienes creen que la CTA es una confederación de sindicatos, y entonces si es así, serán los sindicatos más fuertes, los que tengan más recursos, quienes decidirán lo que tiene que suceder en la Central. Nosotros creemos que la Central es de los trabajadores y son los trabajadores quienes deben decidir, y esta es una diferencia sustancial.

Esto significa, por supuesto, que hay que repensar cómo se constituye esta herramienta. La CTA es un aporte extraordinario a la forma organizativa de los trabajadores en el marco de la evolución del sistema capitalista. Los compañeros decían que el sistema capitalista está en crisis, así es, pero no se muere solo. Decía Fidel en Córdoba, en su último viaje a Argentina, que “lo que se está discutiendo es quién se muere primero, si el capitalismo o la humanidad”.

El sistema capitalista sigue produciendo más exclusión, más concentración de la riqueza, más pobreza. Entonces, indudablemente, quienes creen que las Centrales deben ser confederaciones de sindicatos dejan afuera a una parte sustancial de los pobres de nuestra Patria. Excluidos de la comida, del trabajo, los dejan excluidos también del derecho a ser sujetos políticos.

Esta Central tiene que habilitarse como herramienta política para los millones que no tienen voz, para los que padecen la mentira de la Asignación Universal, que no es “universal”. Si las compañeras de Santa Fe, por ejemplo, tienen que hacer fila desde las 4 de la mañana para anotar sus pibes es porque no la asignación no es universal. Universal es el Bono Juancito Pinto de Bolivia, que es para todos y precisamente la universalidad es lo que marca la diferencia entre popular y populista. Los gobiernos populistas no se bancan la universalidad, porque necesitan el clientelismo político. Este gobierno ha puesto todos los recursos del Estado para horadar, lastimar, dividir, cooptar y disciplinar la capacidad de combate de nuestro pueblo. Y es ahí donde hemos perdido autonomía, con quienes han aceptado, a cambio de algunas migajas que se caen de la mesa, entregar parte de lo que son las obligaciones de la Central.

Nosotros tenemos que vivir estas elecciones de la Central como una fiesta y cargados de responsabilidad. El 15 de Junio cierra el padrón y nosotros no vamos a incorporar a ningún compañero que no esté comprometido con este proyecto y dispuesto a pelear por esta Central; que otros hagan lo que quieran, nosotros no vamos a volcar ningún padrón ni vamos a ir a hacer acuerdos con nadie para que vote.

Consideramos que en esta Central está la mayor subjetividad del campo popular en la Argentina, pero lo decimos con humildad porque todavía es insuficiente, porque aún no alcanza, nos faltan cuadros políticos para asumir todos los desafíos que tiene la CTA, siendo conscientes que está madurando esa alternativa, que se está construyendo y que es la Constituyente Social.

Otro elemento a tener en cuenta en este escenario es que el modelo sindical pro estatal, ese modelo pestilente está herido de muerte, se está derrumbando; uno tras otros salen los fallos a favor de la libertad sindical, y son cientos, miles y cada vez más los compañeros como los de UCRA (Unión de Conductores de República Argentina) que desafían a la burocracia sindical. Por lo cual existe la posibilidad de que en estos dos años los trabajadores se incorporen masivamente a esta Central.

Un compañero decía en un plenario que en este país se puede ser candidato a presidente, a intendente, pero no se puede ser candidato a delegado o secretario general de un gremio. Entonces, si para algunos estas elecciones son un problema porque se constata de que se ejerce la democracia, para nosotros deben ser una fiesta de democracia, de reafirmar los compromisos y la voluntad transformadora de esta Central, ya que estamos desnudando las debilidades del sistema y habilitando un camino de participación.

Y este camino que estamos recorriendo necesariamente debe tener en cuenta datos de época. No es que la CTA camina sola por el mundo, no es que estamos solos construyendo y haciendo política, no es que el asalto a los barcos humanitarios que iban a Palestina no nos involucre. Existe una política planetaria, una globalización y necesariamente hay que construir respuestas colectivas.

En este sentido lo que vincula a la Argentina con los datos de época de este continente que se reconoce pluricultural, donde comienzan a emerger nuevos sujetos políticos, los pueblos originarios, como nunca en estos 500 años, es la Constituyente Social.

Porque Argentina sigue gobernada por el Pacto de Olivos y el Consenso de Washington, porque el bagaje de leyes de la Argentina vulnera los derechos legítimos de nuestro pueblo y porque quien no se atreva a modificar esto no puede incluirse en los datos de época. No se puede ir a la isla Margarita y firmar un acuerdo que dice que los recursos energéticos son bienes sociales y volver al país y firmar un contrato con la British; no se puede ir a la mesa donde hay representantes de todas las empresas petroleras del continente, bolivianos, brasileros, venezolanos y nosotros representar a Repsol.

Por eso no estamos discutiendo simplemente en estos instantes si construimos una Central paritaria para discutir algunas reformas o mejoras corporativas. Estamos discutiendo una central que en los próximos 10 años se constituya en la herramienta de los trabajadores, tal cual son hoy en la Argentina, y que necesariamente esos trabajadores deben poner en crisis el sistema de delegación para gozar de más democracia.

Si venimos planteando que hay que democratizar la democracia lo primero es que debemos ser coherentes y disfrutar y vivir la democracia de la Central como una fiesta. Por eso, bienvenidas las listas que se presenten, lo único que reclamamos y que queremos es que existan reglas claras y que la mayoría de los compañeros decida quiénes son los compañeros y compañeras que van a dirigir esta Central.

Seguramente algunos podrán juntar más aparato, pero lo que no va a hacer es juntar ese aparato con la política. Nosotros seguiremos peleando, así perdiéramos, como dijo Pablo, porque lo que pasa en esta Central, y lo que hay que resolver, es que por un lado anda la política y por otro la chapa. Juntar la legalidad con la legitimidad es la tarea.

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